Nariz de payaso

Qué bueno es reirse, pero reirse a carcajadas, como he hecho yo este fin de semana. Hace un par de veranos acudí a una charla que se enmarcaba en un curso de creatividad e innovación en la UIMP. Era sobre el uso del humor en entornos empresariales y organizacionales.

Nos regalaron una nariz de payaso para que la usaramos. Yo la tengo a la vista en mi despacho, para que todo el que entra sepa a lo que se atiene. En alguna ocasión, he pensado qué pasaría si alguien se la pusiera en el hemiciclo, un lunes de esos en los que la oposición viene a practicar el tremendismo y a darse golpes de pecho en la tribuna.

También dan ganas de ponersela después de leer tres informaciones aparecidas entre el viernes y el lunes relativas a las mujeres. La primera referida a la persecución sufrida por la clínica Isadora de Madrid. La segunda, sobre el sexismo que atañe a las mujeres en política a raiz del nombramiento de Soraya Sáez de Santamaría. Y la tercera, sobre el fin de las supermujeres que podemos con todo. No porque sean asuntos de risa, sino porque creo que es mejor abordar estas cuestiones desde el sentido del humor, al menos hasta que la sociedad, acostumbrada siempre a que las instituciones vayan por detras, acaben de asimilar que en estos asuntos seguimos tratando de que 'lo formal' se transforme en 'lo real'.