El primer encuentro fue en la calle Miguel Artigas. Suena 'Pasa la vida' en la guitarra del imitador de Sabina.
A la vuelta me sorprende un violinista en Jesús de Monasterio, suena bien aunque no recuerdo la pieza, es un violín moderno, de esos que se enchufan y solo es una carcasa de plástico que dibuja su perfil.
Un poco más arriba, ya en la calle Burgos, el maestro de guitarra española clásica habitual aunque esta vez no suena 'El concierto de Aranjuez', tan habitual en el repertorio. Pero aún había más.
Frente a la plaza Juan Carlos I los rumanos del acordeón que han incorporado la misma tecnología que el violín de antes pero esta vez aplicada a la guitarra.
Finalmente, sentado en el suelo junto a una de las farolas-asiento del final de la calle, un neohippy toca una especie de tubo largo, seguramente bajo los efectos de la marihuana, y si no, como si lo estuviera.
Todo esto en un paseo por el centro un sábado soleado entre las 11:30 y las 12:30 horas. Un cafetito, la prensa y en el suplemento de Salud de El País me encuentro con que dedican un reportaje titulado Música para recuperar el ritmo vital y una entrevista a Oliver Sack que me recuerda bastante a una película que vi recientemente sobre un niño prodigio de la música, August Rush (un poco pastelona, pero la disfruté).
Todo esto en un paseo por el centro un sábado soleado entre las 11:30 y las 12:30 horas. Un cafetito, la prensa y en el suplemento de Salud de El País me encuentro con que dedican un reportaje titulado Música para recuperar el ritmo vital y una entrevista a Oliver Sack que me recuerda bastante a una película que vi recientemente sobre un niño prodigio de la música, August Rush (un poco pastelona, pero la disfruté).
Conclusión: Debería incluir la música en mi vida, más allá del rato que escucho a Dover subida a la bicicleta elíptica.
3 comentarios:
Gracias por enviarnos referencias sobre la música callejera en Santander, a ver si me voy poniendo al día...
Francamente, yo no lo tomaría como referencias musicales, exceptuando al guitarrista de la calle burgos que, creo, es hasta profesor y toca en la calle porque le gusta. El resto es mero afán recaudatorio, sospecho. De algo hay que vivir y pagar los vicios.
;-)
Evidentemente, simplemente es la anécdota, aunque estimo que hay ocos que no quieran recaudar :-)
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