martes, 13 de mayo de 2008

Dedos

Conste que soy de las que se molesta cuando recibe mensajes a los que le faltan las vocales. Me gusta escribir todas las letras y con la función de texto predictivo de los móviles, no hay excusa posible, así que las pocas veces que he recibido uno de esos mensajes he maldecido la vagancia de quien tecleaba al otro lado mientras trataba de descifrarlo. Venía a cuento de un artículo titulado La generación del pulgar de la profesora de Lingüística, Carmen Galán Rodríguez, sobre el nacimiento de un cuarto medio de comunicación a medio camino entre lo oral, lo escrito y lo gestual, según dice refiriéndose al móvil y los sms. Avisa a los escandalizados que estas cosas ya las hacían los fenicios y nos recuerda la vigencia del dedo que usaban los romanos en la era tecnológica.
La verdad es que lo del dedo gordo da para mucho pero ¿les gustará a los menores de 25 que les califiquen de generación del pulgar? Por edad, creo que a mi me tocó entre la generación JASP y la generación X, aunque no se si me habré perdido alguna por el camino. Menos mal que estas cosas se pasan con el tiempo.
Por otra parte y siguiendo con los dedos, en este caso el índice, que es con el se pulsa el disparador de cualquier máquina fotográfica, leo en Público un reportaje que lamentablemente, no puedo enlazar ya que solo aparece en la edición de papel, titulado La fotografía sin verdad, sobre Craigie Horsfield. A pesar de ser aficionada, lo cierto es que no suelo prestar atención a cuestiones técnicas o fotógrafos famosos, pero me ha llamado la atención el discurso de éste 'cuentacuentos fotográfico' sobre la objetividad, la verdad, el observador y lo real, es decir, el temario favorito del neurobiólogo chileno Humberto Maturana.
Dice que "la objetividad ya no es un criterio válido para la verdad".
"La realidad está en función del relato. Lo que contamos está dentro de cada uno, no en lo que que ve. Sí, utilizamos el exterior, pero para construir el relato. Por eso el espectador es la pieza más importante, porque en él es donde se ata el argumento".
"Saco la verdad de las relaciones y de la vida misma. No es una verdad condicional, no es una verdad impuesta, es un relato que extraigo de lo que veo, pero no lo que veo".
Un último apunte para señalar que la primera vez que escuche hablar de Maturana fue, precisamente tras pasar más de una hora debatiendo sobre cómo sabíamos que una mano es una mano. Por eso, pensar en manos, pulgares o índices, y vincularlo con él es todo uno.

1 comentario:

JP dijo...

Hay voces que hablan de un cambio morfológico evolutivo en la mano... espero que no sea para tanto.

Saludos,
JP

Historias de JP

La desaparición de las luciérnagas. Sobre P.P. Pasolini.