
Naciones Unidas se va de Gaza porque Israel ataca sus escuelas y asesina a sus trabajadores. Cruz Roja denuncia que Israel impide el acceso a los heridos. La Organiación Mundial de la Salud denuncia el colapso sanitario. La ayuda humanitaria de la que dependen dos tercios de la población no llega.
Y mientras tanto, tímidas reacciones diplomáticas que siguen produciendo verguenza. Lo correcto es decir que también son malos los de Hamás para condenar lo que está sucediendo.
Yo creo que hay situaciones de emergencia que no permiten tantas lindezas cuando, según los organismos internacionales, dos de cada tres víctimas son mujeres y niños.
Ayer recibí en mi correo un texto firmado por el Nobel Saramago y otros que reproduzco a continuación:
GAZA:  CRIMEN Y VEGÜENZA
Teresa  Aranguren, José Saramago y otros. 3 de enero de  2009
No es una guerra, no hay  ejércitos enfrentados. Es una matanza. 
 No es una  represalia, no son los cohetes artesanales  que han vuelto a caer sobre territorio israelí sino la proximidad de la campaña  electoral lo que desencadena el ataque. 
 No es la  respuesta al fin de la tregua, porque durante el tiempo en el  que la tregua estuvo vigente el ejército israelí ha endurecido aún más el  bloqueo sobre Gaza y no ha cesado de llevar a cabo mortíferas operaciones con la  cínica justificación de que su objetivo eran miembros de Hamas. ¿Acaso ser  miembro de Hamás despoja de condición humana al cuerpo desmembrado por el  impacto del misil y al supuesto asesinato selectivo de su condición de asesinato  sin más?. 
 No es un  estallido de violencia. Es una ofensiva planificada y  anunciada hace tiempo por la potencia ocupante. Un paso más en la estrategia de  aniquilación de la voluntad de resistencia de la población palestina sometida al  infierno cotidiano de la ocupación en Cisjordania y en Gaza a un asedio por  hambre cuyo último episodio es la carnicería que en estos días asoma en las  pantallas de nuestros televisores en medio de amables y festivos mensajes  navideños. 
 No es un  fracaso de la diplomacia internacional. Es una prueba más  de complicidad con el ocupante. Y no se trata sólo de Estados Unidos que no es  referencia moral ni política sino parte, la parte israelí, en el conflicto; se  trata de Europa, de la decepcionante debilidad, ambigüedad, hipocresía, de la  diplomacia europea. 
 Lo más  escandaloso de lo que está pasando en Gaza es que puede pasar sin que pase  nada. La impunidad de Israel no se  cuestiona. La violación continuada de la legalidad internacional, los términos  de la  Convención de Ginebra y las mínimas normas de humanidad, no  tiene consecuencias. Más bien, al contrario, parece que se premia con acuerdos  comerciales preferentes o propuestas para el ingreso de Israel en  la OCSE. Y qué  obscenas resultan las frases de algunos políticos repartiendo responsabilidades  a partes iguales entre el ocupante y el ocupado, entre el que asedia y el  asediado, entre el verdugo y la víctima. Qué indecente la pretendida  equidistancia que equipara al oprimido con su opresor. El lenguaje no es  inocente. Las palabras no matan pero ayudan a justificar el crimen. Y a  perpetuarlo. 
 En Gaza se está  perpetrando un crimen. Lleva tiempo perpetrándose ante los ojos del mundo. Y  nadie podrá decir, como en otro tiempo se dijo en Europa, que no  sabíamos.
Teresa Aranguren, Pedro  Martínez Montávez, Rosa Regás, José Saramago, Pilar del Río, Cármen Ruiz Bravo,  Belén Gopegui, Constantino Bértolo, Santiago Alba