A Rajoy los cambios le parecen el reconocimiento de un fracaso y a mi amigo Rafa le parece que esta frase debería pasar a los anales de la historia universal de la reacción. Yo creo que tiene razón porque cualquiera sabe que vivimos en un mundo en constante mutación por lo que, cambiar nunca puede ser un fracaso.
En la ciudad de Santander nos encontramos con numerosos ejemplos de resistencia al cambio plasmado en proyectos como La Remonta, la reordenación del frente portuario o la unificación de las estaciones de ferrocarril que son los grandes cambios planteados en el municipio pero ninguno precisamente desde el ayuntamiento.
Así, mientras el arquitecto Fernández Galiano apuesta porque la crisis haga las ciudades más "compactas", la prensa regional conservadora atribuye a la crisis lo que ayer era "un error histórico" para el alcalde de Santander. Como siempre, maquillando la realidad para ocultar que el PP pone todas las trabas posibles para evitar que haya viviendas en Santander bajo el peregrino argumento de los guettos o de la masificación, como hizo con La Remonta.
Yo creo que esta obsesión de impedir el desarrollo urbano de Santander manifesta una más que clara resistencia al cambio y lo más llamativo es precisamente, que todos esos proyectos de importancia vital para la ciudad necesitan del concurso de todas las administraciones, llevan años formulados y la única administración que no ha cambiado de color político ha sido el ayuntamiento, por lo que cabe concluir que sólo está interesado en impedir cambios trascendentales en la ciudad.
Así, nuestro IñEgo viene a corroborar la afirmación inicial de su lider: cree que todo cambio es un fracaso (para sus intereses, añado yo).
Y ésto ¿por qué? cuenta una vieja leyenda que corre por la ciudad que el desarrollo urbano de Santander podría implicar cambios demográficos que asentaran a la población más jóven y esto pusiera en riesgo el conservadurismo que padecemos y que nos ancla en el S. XIX.
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