Si te pones a pensar qué cosas pasan en el mundo te das cuenta enseguida que el catálogo es tan siniestro y basto que resulta inabarcable. Esta semana Amnistía Internacional ha hecho un repaso del estado de los derechos humanos con motivo del 60º aniversario de su declaración. Justo ha saltado una nueva información sobre vuelos secretos de la CIA y Guantánamo, aberración de aberraciones. ¿Cómo es posible que todavía exista? ¿Dónde está el límite? También hay otros problemas fronterizos. En Sudáfrica están expulsando allende sus fronteras o asesinando directamente a todo aquél que no hable zulú. Es como si nos hubieramos trasladado a los 70. Hay otras fronteras, como la de México con USA que está controlada por el narcotráfico y la muerte o la frontera marina que separa África de las costas europeas, controlada por las mafias de los cayucos y los tratantes de personas. No importa cuántos mueran ahogados, siempre habrá quien huya de la miseria y la desesperación. Ellos creen que no tienen nada que perder.
A Foucault le gustaba mirar la realidad en los márgenes de la sociedad, entre las cárceles y los manicomios. ¿Cuáles son hoy los márgenes de nuestro planeta? Hay una crisis alimentaria pero nadie sabe cómo ha sido, sólo es casualidad que el petroleo esté por las nubes y los especuladores se aprovechen de las expectativas que despiertan el uso de los biocombustibles. Resulta perverso y más mientras en nuestro entorno se siembra la idea de la crisis de ficción porque no se crece lo suficiente, aunque se crezca. Nos preocupa más poner nuestras barbas a remojar.
La paradoja es que en tiempos de globalización solo desaparecen algunas de esas fronteras, las que ponen en evidencia su existencia y las egoístas que las perpetúan y nos atrapan en nuestra propia insensibilidad.
A Foucault le gustaba mirar la realidad en los márgenes de la sociedad, entre las cárceles y los manicomios. ¿Cuáles son hoy los márgenes de nuestro planeta? Hay una crisis alimentaria pero nadie sabe cómo ha sido, sólo es casualidad que el petroleo esté por las nubes y los especuladores se aprovechen de las expectativas que despiertan el uso de los biocombustibles. Resulta perverso y más mientras en nuestro entorno se siembra la idea de la crisis de ficción porque no se crece lo suficiente, aunque se crezca. Nos preocupa más poner nuestras barbas a remojar.
La paradoja es que en tiempos de globalización solo desaparecen algunas de esas fronteras, las que ponen en evidencia su existencia y las egoístas que las perpetúan y nos atrapan en nuestra propia insensibilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario